En la educación las emociones son vitales en el aprendizaje. Por lo tanto, el conocer cómo se manejan y qué beneficios tienen en los procesos de educación es fundamental para la Neuroeducación. En este sentido, la educación emocional en el aula juega un papel primordial, ya que los estudiantes estarán más motivados en clase, por lo que su aprendizaje será más eficaz, aumentando la capacidad de concentración en el aula. De allí que, uno de los principales beneficios al trabajar las emociones en el aprendizaje es que éstas permiten recordar los contenidos a largo plazo sin que requiera un gran esfuerzo.
Existe una técnica de relajación aliada de las Terapias de Tercera Generación que han transformado en los últimos años el enfoque de intervención psicoterapeútica vigente hasta ahora, incorporando al modelo de “cambio” de conducta y/o de pensamiento, el de “aceptación” de aquello que no se puede cambiar en la vida, esta técnica es llamada mindfulness. En el contexto educativo proporciona múltiples beneficios, aumentar la participación y motivación en el aula, y, por tanto, mejora el rendimiento del estudiante. y sobretodo la práctica del mindfulness está directamente relacionada con el control y gestión de las emociones. La atención plena provoca cambios en el cerebro, produciendo una mayor capacidad para realizar tareas. Los docentes que han incorporado el mindfulness a su día a día son capaces de mantener mejor la calma dentro del aula.
Esto mejora la convivencia y, como consecuencia, los estudiantes son más respetuosos y menos impulsivos con el resto de compañeros y el propio docente. Su uso no es exclusivo en el campo educativo, ya que se ha convertido en una práctica diaria para utilizar como recurso en cualquier situación y en cualquier momento, y
así alcanzar una concentración plena tanto a nivel mental como corporal y ambiental.