La sociedad actual vive sumergida en múltiples actividades que a veces rebasan los límites de convivencia entre las personas, llegando a estresarse al punto de desatar violencia en su entorno. Por lo cual, diversas organizaciones se han planteado alternativas que prevengan la violencia en ambientes laborales, educativos y hasta domésticos. De allí que, las ciencias humanas y sociales también contribuyeron significativamente en la construcción de categorías psicosociales, como los roles, las dinámicas grupales orientadas a mejorar y maximizar las formas de liderazgo, etc., todo por lograr una sana convivencia entre los miembros de una
comunidad.
En los diferentes entornos sociales, es inevitable el conflicto, este es vivido como una “amenaza”, que genera situaciones de riesgo y afecta la estabilidad de las personas. Cuando se habla de conflicto, suele pensarse en algo desagradable o incómodo, que despierta algo de rechazo a nivel social. Diversos investigadores han empezado a modificar la percepción de este concepto, para transformar prácticas cotidianas que pueden impedir o afectar procesos saludables de relación social, en tanto se convierten en situaciones que hacen explícito lo implícito, que indican, no una problemática en particular sino un conjunto de ellas que se han ido debilitando para convertirse en estilos de interacción que dificultan una y otra vez nuestra manera de comunicarnos y vincularnos a otros.
De allí que, los conflictos más usuales en los centros educativos son de relación entre el alumnado y entre éste y el profesorado, de rendimiento, de poder y de identidad. La mayor parte de estos tienen cabida dentro de las finalidades educativas que sirven de base para la formación integral del alumnado. El amplio abanico de
situaciones de convivencia, como pueden ser la confrontación de opiniones e intereses con los otros, no tienen por qué dar lugar al uso de la violencia. En este sentido, en el contexto escolar, el o la docente resulta ser una figura clave para enseñar a los niños a gestionar adecuadamente los conflictos, buscando incansablemente el consenso y el diálogo. Los episodios de violencia escolar continuada o bullying constituyen en la actualidad uno de los fenómenos que más preocupación suscita entre los profesionales de la educación, los estudiantes, las
familias y la sociedad en su conjunto.